En su forma más básica, la mezcla en estéreo significa mezclar para el cerebro y la fisiología humana.
Una verdadera mezcla estéreo implica la creación de una imagen sonora que reproduce lo que nuestros dos oídos oyen y nuestro cerebro decodifica en el mundo real. Por ejemplo, el cerebro localiza un sonido midiendo las diferencias de tiempo y tono entre el sonido que llega a un oído y a el otro. En un mundo perfecto, una mezcla estéreo verdadera crearía un sonido lo más cercano posible a un sonido orgánico. Pero en el mundo real, la mayor parte del proceso de creación de una mezcla estéreo está lejos de ser orgánica o natural. Parte de esto se debe a consideraciones prácticas. En una actuación en directo, la acústica del lugar juega un papel destacado en la mezcla de las fuentes de sonido y el enmascaramiento de la localización de cualquier instrumento en particular. En el estudio, se tiende a registrar cada pista por separado, en un ambiente relativamente seco, lo que nos permite controlar el ambiente percibido con la ayuda de la tecnología. En la práctica, los métodos modernos de mezcla, tienen menos que ver con la replicación de las condiciones del mundo real que con la creación de un buen balance entre los sonidos de los diversos elementos musicales de una grabación. Cabe decir que la mayoría de las grabaciones modernas tienen sólo un ligero parecido con el sonido de una banda tocandoen vivo en frente del oyente.
¿Qué hace que una mezcla sea buena?
La definición de una buena mezcla de sonido está en gran medida en los oídos del oyente. Pero la mayoría de los ingenieros están de acuerdo en que una buena mezcla debe contener algunas características comunes:
1 – Claridad: Cada sonido en la mezcla debe estar limpio y claro. No debe haber turbidez o difuminación de los sonidos o la imagen estéreo, tampoco exceso de ruido u otras anomalías.
2 – Separación: Cada instrumento y cada parte deben ser fácilmente discernibles. Claro, no hay nada malo en un «torrente de sonido» si eso es lo que está buscando, pero incluso dentro de esas grandes y potentes guitarras, una gran mezcla deberá ser nítida y bien definida, lo suficiente para que el oyente pueda distinguir sonidos individuales.
3 – Equilibrio: La mezcla debe ofrecer un buen equilibrio de frecuencias. Una mezcla con excesivo peso en las frecuencias graves o demasiado estridente, será desagradable y agotadora de escuchar. La mezcla también debe estar equilibrada entre los canales izquierdo y derecho.
4 – Espacio: Al igual que con el equilibrio, esto se aplica en muchos niveles. La música en sí debe tener espacio, lugares entre las notas donde las cosas puedan respirar y la dinámica pueda desarrollarse. Por supuesto, esto variará dependiendo del género de la música. También debe haber un elemento de ambiente natural para cada instrumento, y estos ambientes deben encajar bien entre ellos.
No hace falta decir que estas características por sí solas no hacen que una mezcla sea perfecta, pero una mezcla que carezca de alguna de ellas es muy probable que llegue a ser al menos un poco problemática. A pesar de que hemos tratado conceptos muy generales, la mezcla es un tema que puede llenar fácilmente cientos de páginas, me gustaría resaltar dos puntos importantes. En primer lugar, lo principal es siempre la canción. No importa cuantos trucos tecnológicos apliquemos en una mezcla, si no son los adecuados para la canción, no van a funcionar. Escucha la canción, y sólo dale lo que esta necesita, nada más.
Y el segundo punto, un consejo que ofrecen en casi todos los textos que tratan este tema, tus oídos son la herramienta más importante. Aprender a escuchar es realmente la lección más importante de la música, ya sea para tocarla, grabarla, mezclarla o masterizarla. No tengas miedo de probar cosas nuevas. Y como siempre, deja que tus oídos sean tu guía.